viernes, 11 de agosto de 2017

Björk Digital



En 2015, el Museo de Arte Moderno de Nueva York acogió una exhibición sobre la artista islandesa Björk, una retrospectiva de su carrera artística organizada por ella misma. Dos años después, una nueva experiencia con el nombre de Björk Digital llega al Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), y se quedará hasta el 24 de septiembre.


Al igual que su estrella, la exhibición está lejos de ser convencional. Lo que aquí ofrece Björk a los visitantes es una nueva dimensión a los temas de Vulnicura, un enfoque único y todavía más personal a un trabajo tremendamente introspectivo surgido del dolor de su reciente divorcio. Todo gira en torno a la experimentación y a su búsqueda por nuevas formas de representar musicalmente aquello que quiere transmitir, con especial énfasis en el proceso de producción tras el álbum Biophilia y su relación con la naturaleza.


Así pues, entramos en la primera sala, donde dos proyectores y cincuenta altavoces nos dan la bienvenida a este espectáculo. Suena Black Lake —la canción más larga de Björk, de 10 minutos— mientras cada pantalla muestra un videoclip parcialmente distinto: en uno Björk está en una cueva, en el otro canta en el exterior, está más lejos, más cerca... La peculiaridad es que, gracias al espectacular equipo, el sonido que percibimos varía según nos movamos por la sala. Sobre el papel, la idea me gusta, pero esas diferencias no eran especialmente remarcables ni aportaban demasiado; sin embargo, el dejarse colmar por un tema emocionalmente tan intenso en idóneas condiciones acústicas ya resulta, de por sí, una experiencia valiosa.




Pero la exposición sigue, y el énfasis en los entornos inmersivos también: toca ponerse las gafas de realidad virtual. El primer videoclip, Stonemilker, funciona como un recital privado directo al espectador, con Björk cantando a su alrededor; Quicksand muestra las técnicas de mapping digital utilizadas en su concierto de Tokio, el primero transmitido en directo en 360 grados; y Mouth Mantra, que nos lleva hasta el interior de su boca en un tema que refleja el trauma sufrido al operarse de sus cuerdas vocales hace un par de años. Tres videoclips, tres intenciones claramente distintas, desde el vínculo más íntimo con el visitante hasta la oda a lo tecnológico. El equipo eran cascos de realidad virtual simples sin profundidad, los mismos a los que se pueden acoplar los teléfonos móviles, pero eso no es un problema cuando igualmente se consigue hacerte entrar completamente en su mundo.


Sin embargo, para los dos últimos espectáculos de realidad virtual sí se disponía de cascos de gama alta, unos HTC Vive. Ahora ya no solo era cuestión de girar la cabeza, sino de mover el cuerpo al completo; incluso se nos animaba a bailar, algo que habría sido bastante más fácil con unos cables más largos. Family fue el primero de los dos temas, con un avatar de Björk herido en el pecho, y Notget fue el segundo, donde una versión suya con forma de polilla nacida de la lava se alzaba ante nosotros. Con estas dos canciones cerraba de la mejor forma posible la experiencia inmersiva en el universo de Björk.


Para terminar, una sala con proyecciones de varios videoclips y otra dedicada a Biophilia, con el documental When Björk Met Attenborough y varias tablets donde toquetear aplicación que se desarrolló para acompañar el disco. El documental se centra en la relación entre la música, la naturaleza y el ser humano y en cómo la artista buscaba plasmar musicalmente y en el escenario la gravedad, la electricidad y demás fuerzas naturales —"voy a usar una bobina Tesla y péndulos para tocar arpas en el concierto" como concepto—, una cinta sumamente interesante para todo aquel deseoso de un acercamiento a su filosofía y a su forma de crear desde cero cuanto sea necesario para llegar al fin y el mensaje que se propone. Además, también habla de sus intenciones tras la aplicación Biophilia, disponible en dispositivos Android e iOS. Con esta aplicación quería lograr un entorno donde experimentar con la música sin miedo y con una buena variedad de representaciones, todo con una motivación educacional detrás.






Björk Digital es una grata experiencia tanto para fans de la artista como para cualquier otro amante de la música. El recorrido es de unos 90 minutos, pero entre trastear con la aplicación y ver el documental estuvimos tres horas en el CCCB. Tenéis aún mes y medio para ir, y yo no me la perdería por nada del mundo.









Acerca de Anti

Sudit descubrió Björk

cuando lo encerré en mi coche,
bloqueé las puertas y le puse Pluto
a todo volumen por la autopista.

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